Podemos dedicar unos minutos al día cada cierto tiempo para realizarnos una pequeña autoexploración de la piel. Este autoexamen nos permitirá conocer las características de nuestra piel y alertarnos de los posibles cambios que puedan aparecer.
La recomendación es que se haga periódicamente cada 3-6 meses (la consulta al dermatólogo se recomienda cada 6 o 12 meses según disponibilidad).
¿En qué consiste? Pues nada más fácil que la observación de nuestra piel. Conocer nuestra piel es fundamental, así que comenzamos por la cabeza, cara y cuello y anotamos las características que más nos interesen: pequeñas manchas, verrugas, tamaño de algún lunar (esto lo iremos comparando cada X tiempo para realizar una comparativa del estado de la piel). Seguimos con el cuero cabelludo, nuca y la boca.
Continuamos por el tronco y con ayuda de algún familiar o alguien cercano, que nos observe la espalda y nalgas. A partir de aquí, nunca debemos de olvidarnos de axilas, zona genital, palmas de manos y pies, y palmas de pies y uñas.
Recuerda que lo que buscas en un crecimiento anormal de la piel, un pequeño bulto (no confundir con acné), un lunar o marca de nacimiento que haya cambiado de color y marcas o lunares de nueva aparición.
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